Encuentro
Se elevó a una
velocidad increíble hacia lo alto de un cielo repleto de nubes verde esmeralda.
Hizo unas piruetas inverosímiles girando sobre sí mismo, para luego, frenar y
quedar suspendido en el aire, con las alas desplegadas, de espalda a las estrellas.
Bruscamente enfilo hacia el suelo, en
ángulo abierto, con las alas pegadas al
cuerpo. - Si sigue así se estrellara muy pronto, me dije. - Está loco o su
cordura lo está atormentando. Quedé con los ojos muy abiertos sin si quiera
parpadear; y así fue nomás, el golpe fue rotundo; Sonó como cuando cae un nido
de barro de los árboles y se estrella en el suelo. Su cuerpo emplumado dio vueltas y vueltas sobre las piedras no sin
perder alguna que otra pluma. Noté cierta maestría en la forma de caer, me
pareció. En realidad fue todo un desastre.
Quedó tendido un momento, se irguió, mareado dando pasitos para un
costado y el otro. Se posó en el suelo unos segundos, estiro sus patas una a la
vez y remonto vuelo nuevamente, esta
vez verticalmente. Esa ave estaba como
frenética, tratando de vencer a fuerza
de un brutal aleteo la gravedad; por un breve lapso la perdí de vista. Entre cúmulos de nubes, de las más altas, altísimas, apareció. Un
puntito en el cielo haciendo círculos
perfectos y a la vez girando sobre sí mismo.
Cada vez más cerca, una y otra vez. Se hizo bien visible, tanto como para observar sus ojos bien
abiertos mirando fijo en dirección al
suelo. Me dolía el cogote de seguir tanto giro mirando hacia
arriba. Otra vez alineó su cuerpo, pero esta vez impulsándolo con tal fuerza que
se escuchaba claramente el furioso aleteo. Pegó con el pecho, una y otra vez, giraba en forma irregular de
derecha a izquierda, hasta quedar tendida e inmóvil rodeado de una nubecilla de
polvo, cercano a donde yo estaba. Salté
sobre las piedras para estar aún más cerca. Me anime a gritarle:
- ¿se encuentra usted bien pájaro
suicida?
- Venga por favor, venga- me llamó
– por favor agárrame de la punta del ala y tire fuerte hacia usted, por favor,
creo que me disloqué…
Su voz resonaba dentro
de mi cabeza sin ingresar por mis oídos.
Tomé la punta de su ala con mucho cuidado y le di un tirón fuerte
- Ayyyy¡¡ – escuche en mi mente. Retrocedí unos pasos por
miedo a su enojo - ¿lo habré lastimado?
- Gracias, muchas gracias y no se
preocupe, no me lastimó, colorinche .-
Me dijo, mientras hacia un movimiento circular con su ala.
- Dígame ¿por qué quiere matarse de semejante manera, Usted?
- ¿Matarme? ¡No!, jamás se me ocurriría
semejante locura. Estoy practicando el deporte favorito de mi planeta el
“datecuenta”; claro que en él, la gravedad es menos intensa, y las piedras y
rocas son más blandas, como... mulliditas ¡vio?
- No, nunca vi piedras mulliditas. ¿Usted
viene de otro planeta?
- De otro universo, para ilustrarlo más.
- ¿y queda lejos?
- Aquí nomas, pegadito a este, el suyo;
muy bonito por cierto, buena vista, linda variedad de colores. Usted dígame, ¿qué habilidades tiene?
- ¿yo?, bueno, déjeme pensar…. Canto,
hago cosas con mi voz, y sueño. Si, puedo soñar lo que quiera, dormido o
despierto…
- Increible, increíble¡¡. Usted es un ser
evolucionado entonces. Nosotros solo podemos comunicarnos
telepáticamente...pero usted, que notable; ¡qué maravilla ¡ puede emitir
sonidos! Y además me percibe, ¡ ma-ra-vi-llo-so¡- me dijo enfáticamente.
- Y
usted, que es pájaro, ¿no
canta?...
- Mire no sé qué es un pájaro para usted,
yo soy lo que soy; y no, no puedo
cantar…
- Bueno,
sea lo que usted dice que sea , aquí en mi planeta, en mi universo,
usted es un pájaro hecho y derecho, definitivamente…
- y usted, aparte de cantar y soñar
¿vuela?
- Bueno, no tan bien como usted, pero, sí vuelo; y con los ojos cerrados, para soñar mejor.
- Un soñador, que interesante... ¿usted
es macho o hembra?
- Macho, digamos, un maduro macho. Me
llamo Mirno, mucho gusto. Dije inclinando la cabeza
- Ahh¡ me pareció. Yo soy hembra, una
joven hembra. Un placer conocerlo Mirno, me llamo Aiana.- Me dijo, desplegando sus alas y
levantando unas de sus patas…
- Nunca vi un plumaje así, Aiana, tan particular como el suyo, ¡plumas transparentes!
- Nuestro plumaje es transparente
hasta que nos enamoramos. Ese día, quien corresponde a mi amor, elije el color
del plumaje que llevaré mientras dure mi
amor por él.
- ... no está el amor en usted …
- No todavía..., sentí cosas parecidas,
de esas que duran poquito. Muchos volaron junto a mí, pero no me enamoré lo
suficiente de ninguno…en fin…Por lo que veo usted si, ¡tanto color que tiene en
su cuerpo, ¡ lo deben amar con gran intensidad¡…
- ¡Nooo¡, que va, así nací, con estas
plumas multicolores.- Quedé mirándola a los ojos, inclinando levemente mi
cabeza de un lado y hacia el otro, profundamente, con mis ojos fijos en sus
pupilas lilas, redondas , que emitían destellos de luz…- Usted es muy bella ¡-
le dije sin rodeos... dando saltitos muy cortos de un lado al otro, típico de
pajarito exaltado.
- Gracias Mirno, que galante. Usted
también es hermoso. ¡Se lo ve tan fuerte! ¿…. viaja seguido usted?
- Bueno, sí, voy de acá para allá, este
planeta es muy grande, si…si…. Me falta
alguna que otra isla, un mar muy lejano, no sé si lo conoceré algún día, dicen
que es majestuoso…
- ¿Y a otros universos?
- No, a veces lo sueño, pero como un
cuento fantástico, no sabria hacerlo… Aiana, no se sus tiempos…pero, ¿quiere
volar un rato conmigo?. Mas allá de la montaña hay una playa muy bonita donde
podremos observar el atardecer de las
dos estrellas…
- Vamos, Mirno, enséñeme…- me
contesto, como si estuviera esperando la
invitación.
Mi corazón comenzó a
latir fuertemente. No era la primera vez
que veía los dos atardeceres acompañado de una hembra, pero esta vez sentí algo
distinto, ¡parecía tan joven ¡ tan ávida
de conocer y aprender ¡… Me alcé en vuelo con ímpetu, desplegando mis alas al
sol, a sabiendas que eso lograría un efecto refractario plagado de colores
envolventes. Mi arma preferida de seducción. Sentí su mirada y el ruido
poderoso de su aleteo. Escuche el latido de su corazón, fuerte, con un ritmo
intenso.
Volamos sin decirnos
nada. En ese silencio tan particular de
palpitares. A veces, unas de mis alas
rozaba apenas la suya. Cuando esto pasaba, los dos, al instante quedábamos planeando, para
repetir una y otra vez el juego, un roce, planeo, un roce, planeo. Su energía y
la mía se confundían en una chispa imperceptible e invisible energía que recorría nuestros cuerpos. Nos
mirábamos cuando así sucedía...
- Ya llegamos, ¡ mira ¡
- Mirno, esto es bellísimo, cuantas
piedritas, cuantas plantas ¡y esas dos estrellas que iluminan tu planeta ¡
violeta una y amarillo la otra ¡ ¿Cómo
se llaman?
- No lo sé, aquí nadie le puso nombre a
los astros. Ven, vamos a posarnos en mi lugar preferido; en la punta de aquel
acantilado hay una roca multicolor rodeada de musgo; el mar desde allí se escucha perfecto… -
y allí nos
posamos, uno al lado del otro, sin
mirarnos no sé por cuánto tiempo…Primero
la estrella violeta llego al horizonte,
desparramando brillitos con tonalidades azules,
fucsias y celestes sobre la superficie del mar… después la amarilla, que
se hizo anaranjada y luego roja, antes de desaparecer….
- cosa curiosa el tiempo cuando uno se
encuentra acompañado por alguien a quien, .. A quien.... ¿que pienso?¿estoy
pensando o hablándote?
- Eso Mirno, dime que piensas, acabo de
ver a través de ti el atardecer más bello,
desde tus ojos, sintiéndote relatarlo… El tiempo es extraño Mirno, muy
extraño cuando uno está estático. El tiempo no sabe de amores…solo corre hacia
todas partes… es implacable. Debo irme ya…
Mirno, debo irme, el portal se cierra…
- ¿Vendrás otra vez Aiana, vendrás? -Le
pregunté con voz desesperada cargada de anhelo. Sentí que la soledad también
abría su portal, nuevamente, irremediablemente.
- Si vendré. En algún momento de la existencia, pero quizás no estarás. El tiempo en los
viajes se distorsiona. Al volver habrán pasado cientos de años, tal vez miles,
en este universo…difícilmente nos encontremos de nuevo.
- Te amo, Aiana, esto es lo que siento.
Si así será el destino nuestro no puedo dejarte ir sin decirte: te amo…
Nos confundimos en un
abrazo. Pase mis alas sobre su lomo, estrechándola íntimamente, sentí sus
lágrimas en mi pecho; y yo también lloré, en silencio….
- Mirno, - susurro - pon colores en mi plumaje, te lo
pido, amor mío… No quiero irme sin los colores de tus sueños, en mí… y cántame
Mirno, cántame….
Y le cante con mis
mejores trinos, los más bellos….Y la soñé,
violeta en su pecho, con alas azul plateadas, su cola de abanico celeste y blanca. Su
cabeza, de un sutil rojizo caoba, su cuello, anaranjado. Ella tiritaba… se fue trasformando en lo que yo soñaba, no
hizo falta abrir mis ojos. Estaba radiante. Ella podrá también desplegar sus
colores en prisma cuando la luz de las
estrellas tocara su cuerpo….
- Mirno, amor mío...me diste lo que más
quiero, ¡estoy tan contenta!… amor del amor, mi amor, te revelaré un secreto: quizás aprendas. Recuerda bien: para viajar entre universos hay que unir los
hilos de plata que se ven colgando en el espacio. Lo más difícil es poder
verlos, no imaginarlos, debes verlos, reales, concretos, despierto, con tus propios ojos, y no en un sueño.
Hazlo, cuando las estrellas del planeta se ocultan definitivamente y aparece la
noche, como ahora. Cuando lo logres, allí sí,
debes unir las coordenadas con tu imaginación. Si lo haces recordándome,
podrás quizás encontrarme en mi universo,
aunque es muy remota la posibilidad, casi imposible, mi vida. En el esfuerzo es posible que saltes a otro
universo y ya no estarás más aquí,
viendo tus dos atardeceres. Ese es el riesgo, de perder lo que tienes.
Entonces, llegare y no estarás ¿entiendes amor mío? Pero que importa, si irremediablemente
vagaremos por el espacio tratando de encontrarnos. Mira, te lo prometo, trataré
toda mi vida de encontrarte, quizás sea aquí… de nuevo... me despido…Mirno, mi
amor sin tiempo, ya parto… me voy…
cántame, mientras
desvanezco….cántame…así te siento… “quien sabe que”….
- “Que sabe nadie”… - le dije,
desmayándome.
Y así fue como
desapareció entre mis brazos y mi canto,
entre lágrimas y sollozos, hace ya ni se cuándo. Desde ese día canto y
vuelo en las noches, buscando los hilos de plata.
Una noche me elevé
tanto, que me encontré flotando en el
espacio, recordándola.
Yo, Mirno, ahora
viajero de mil atardeceres, de estrellas
con nombre puestos por mí, deslizándome entre universos, amarrando
coordenadas; dejo en cada uno de ellos,
partículas de mí ser y sonidos de mi
canto que rezan: Aquí estuvo Mirno. Buscándote.
(continuará)
Te dedico este cuento
querido Gabo. Gabriel Garcia Marquez;
querido humano. Gracias.
Maravilloso!
ResponderBorrargracias¡¡
BorrarGracias, Cesar¡
ResponderBorrarExcelente, muy buen cuento...
ResponderBorrargracias¡¡
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