Fragmento de una breve historia de suerte

Al tipo le gustaban los autos de alta gama, las joyas, los perfumes,  la buena vestimenta, los zapatos caros y el  vino de  guarda.  Solía soñar con viajar a París. Nadie sabía de ese anhelo. Nunca se  atrevió decírselo a alguien; porque era de izquierda.  Si, el tipo era medio socialista,  militaba, incluso.  Toda su indumentaria, su calzado, sus remeras su boina su barba su pelo; Todo él era la viva imagen de un izquierdista  y consumado progresista.
Solía sentarse en los bosques de Palermo, preferentemente cercano al lago a fumarse una tuca; mientras,  soñaba despierto la vida burguesa del más abyecto de los capitalistas. Se reía solo de sus imaginadas picardías de bon vivant. A veces, practicaba  gestos de tipos ricos e impostaba la voz diciendo frases románticas. Esa tarde, se le ocurrió practicar la del yate:“me gustaría llevarte a pasear en mi  yate… mañana será un día espléndido de sol y viento calmo”…¡. Una, dos, tres veces, en voz baja; y luego la última, en voz alta. Su gesto denotó satisfacción por su propia voz bien modulada, grave y armoniosa. De repente, se dio cuenta que a su lado, parada, había una mujer, lo supo por las uñas delicadamente pintadas y esculpidas de los deditos de los pies;  y las sandalias gucci que identifico de inmediato. Hábil para simular, le preguntó a ella mirando hacia adelante sin siquiera voltear la cabeza:
-          ¿escuchaste  qué dije?
-          … apenas  algo sobre el viento calmo - expresó ella, con voz calma de tono ,metzo.
-          Ah sí ¡, el viento calmo, la brisa del ángel ¡… especial para que esos niños evidentemente  humildes  que corretean allí para que puedan elevar sus  barriletes sin temor a que se les corte el hilo.- dijo señalando con su dedo índice, no del todo extendido,  en su mano levemente quebrada hacia abajo respecto a la linea de su brazo hacia un grupete de pibes jugando al futbol
-          Dios¡  qué bello pensamiento ¡.-  dijo ella impactada
-          Es lo que siento;  y digo lo que siento. – dijo él, presuntuoso de su buen pensar. suspiró, sin siquiera mirarla. – sentate a mi lado, por favor.- le indicó con firmeza pero suavemente, mientras daba golpecitos en el cesped a manera de indicarle donde.   Ella, no dudó un instante y así lo hizo.
 – “ Vingt-quatre,  faubourg Hermes” …..susurró él,  con esa voz grave típica que emiten los hombres cultos de Francia.  Seguía sin mirarla.
-          Si ¡ , es….
-          El perfume de tu madre… por tu edad dudo que lo hayas elegido...
-          Ay¡ si ¡ , es…de ella… murió hace unos meses. Me lo pongo para recordarla...
-          Los recuerdos de las fragancias son  los más bellos ¿sabias?, te hacen cerrar los ojos. 
-          Ni siquiera me miraste, estas hablándome y ni siquiera me miraste¡  exclamó la jovencita, arrobada.  
-          Te percibo, mujer - le dijo en un susurro apenas audible; él escuchó el casi imperceptible y corto suspiro de ella, supo que ese era el momento perfecto para mirarla. Giró el rostro y  concentro su mirada en los ojos de la joven.  Le dijo emocionado:  – Azules, lo supuse, azules -ella quedó impactada por la intensa fuerza que emanaban del rostro y los ojos del joven.
-          ¿Dónde vivís?. - le preguntó, con  vocecita  dulce de niña educada.
-          Ya no quiero vivir más aquí, quiero irme a París. ¿ vendrías conmigo? le disparo él con desparpajo.
-          Si,... bueno… claro… sería hermoso… ¿y qué te atrae de París?  
-   Boudelaire,  … ¿podés sacar los pasajes y ocuparte de la estadía? Yo tengo unos dólares ahorrados - expresó el galán,  gracioso y convincente
-          No te preocupes por los gastos, además tengo mi departamento en el "quartier latin", cercano a la plaza de la Sorbona y ...
-          Perfecto, no digas más... 

Fragmento de una breve historia de suerte .
Ruben Bassi

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