El poder que manipula la hipocresía.
Intriga, James Ensor (pintor)
Si hay algo importante y trascendente que los
medios de comunicación exponen con crudeza en estos tiempos, es sin lugar a
dudas la hipocresía, diría bestialmente y
con una veracidad casi perfecta. La
nuestra, la del otro y la de aquel. Esa hipocresía formadora de opinión,
creadora de muchos de nuestros gestos y rasgos devenidos en muecas de la
nada,manipuladora de nuestras formas de relación; esa hipocresía capaz de expresar con el más absoluto y descarado
cinismo verdades construidas en el pantano abyecto de las miserias de la
vanidad.
Esta hipocresía que consumimos en el mercado
de la soberbia y las vanidades, es por así decirlo, un instrumento imprescindible en las relaciones públicas
humanas desde tiempos remotos. Efectivamente, la usamos cual sibaritas como condimento de
todas nuestras estrategias de intercambio. Para cerrar un negocio, para aparentar
creatividad e impactar con el conocimiento “googleano”, para ser lo que somos,
producto de aquello que no hicimos.
La
hipocresía es una fuerza incontenible que nos hace libres, hipócritamente.
Tremendo. El hipócrita no solo se solaza con la tergiversación de la realidad.
No contento con ello se hace dueño de la temporalidad de las cosas, juega con
la historia, los momentos, hasta es capaz de ocultar el triunfo de un hermano,
de un colega, de un amigo.
No nos confundamos, el
hipócrita no es necesariamente un mentiroso. En el manual del perfecto
hipócrita, si es que existiera, la mentira sería su último recurso defensivo o
de ataque. Advirtamos que el hipócrita,
se indigna ante la mentira, la toma como un insulto injustificable y
proclama, sin vergüenza, que lesiona y socavan las bases de la ética y
la moral humana. La hipocresía generalmente no miente, pero sí aparenta y oculta.
Es cierto, hemos incorporado la hipocresía
como un método de supervivencia; inclusive con códigos y normas de
procedimientos. Hipócritamente justificamos hasta matanzas y genocidios en
escalas horrorosas. Hipócritamente lamentamos
la pobreza. Hipócritamente hacemos propios los triunfos de otros, el amor
de otros, los sueños de otros.
Algunos medios de comunicación se han
convertido en constructores de hipócritas profesionales, portavoces de
hipocresía. La propagan en sus propios contenidos, pensamientos, opiniones. Tienen el poder de dominar la hipocresía y
la administran; inclusive para masacrar a aquellos que pertenecen a su
propio mundo creativo y que imaginan
formas alternativas de expresar el bien; y lo que es peor aún, para
neutralizar a aquellos que
pretenden transmitir una conciencia
solidaria e integradora a través de los medios masivos; La construcción de una conciencia distinta, capaz de
convertirse en un efectivo antídoto contra la enferma actitud cegadora de
aquellos que manipulan la hipocresía, intentando ocultar lo bueno para
destacar lo mediocre para sobrevivir y prevalecer.
El verdadero poder que utiliza el mal para
mantener el equilibrio de lo desequilibrado es aquel capaz de manipular
hipócritas para instaurar sus propios intereses.
Ruben Bassi .
Dedicado.
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