Ordenado.

Definitivamente me di cuenta que que ella ya no estaba  por la cantidad de ropa sucia acumulada en el canasto;  cuestión que me preocupó por un instante, justo en el instante en el que buscaba un calzoncillo limpio antes de entrar a la ducha. Decidí postergar el baño hasta mañana. Mañana es sábado, pensé, me quedaré en casa,  no voy a salir a ningún lado, tengo que ordenar el departamento, esto es un quilombo, un desastre ¿desde hace cuanto que no está?... por la cantidad de ropa sucia calculo que desde hace un mes, más o menos.   
Volví a vestirme con la misma ropa puesta desde hace dos días, la última muda que ella había lavado. Así como estaba el depósito cilíndrico de plástico, atiborrado de prendas, lo llevé al lavadero del chino. Cuatro canastos, contó el Chino. Había algunas prendas de ella, dos remeras, un joging dos pares de zoquetes y tres bombachitas una blanca , otra  violeta y la roja. Ella nunca hubiera llevado sus bombachitas al laverrap, era de flujo fuerte. ¿y porqué se fue? me pregunté en voz alta, mientras agarraba el papelito comprobante  con el numero 725  ¿por qué se fue?, volví a susurrar mientras miré a los ojos al chino.  Cuida papelito me respondió

De regreso al departamento fui hasta la cocina, puse agua en la pava eléctrica  para hacerme unos mates. Mejor será que me pregunte primero por qué se quedó ¿hace cuántos años?, diez más o menos. Creo que se quedó por aquel canasto lleno de ropa sucia que había en el lavadero más el tremendo desorden de mi habitación y los platos sucios en la mesada de la cocina. Sí, definitivamente, se quedó a vivir conmigo por eso. por mi desorden; que  así como así, en horas, ordenó  en un santiamén. Recuerdo Cuando regresé del super aquel primer día de  convivencia,  estaba todo en orden, olía a limpio, a lustramuebles lavandina, pinolux y sahumerio de sándalo .  Era buena ordenando, no hacía más que ordenar, era una ordenadora compulsiva, no recuerdo que hiciera otra cosa más que ordenar. 

Debo reconocer que me ordenó en todo, los horarios de mi vida cotidiana, mis actividades, mis pensamientos, mis sentimientos, en el sexo, los días de afeitarme de bañarme, de cortarme las uñas, el pelo. Me ordenó completo, por fuera. ¿Y porqué se fue?... posiblemente por que ya no había más nada que ordenarme. 
Se aburrió, de tan ordenado que me puso; tanto,  que ahora me doy cuenta¡ comencé a ordenarla a ella, ahí la cagué, tan ordenada por fuera que me metí a ordenarle "su adentro", digamos, para dejarla parejo con el cómo estábamos por afuera, limpitos y presentables. 

Sí, eso es, equivocadamente  me metí a ordenar su espacio interior, ese, donde no habita nadie más que uno mismo, donde hay cosas tiradas vaya uno a saber desde cuando, en zonas oscuras, con poca luz, con goteras de llanto, humo de restos de fuego de pasiones hechas cenizas. Juguetes rotos, muñecas sin cabeza, seres abandonados.
 
 Mañana paso por el chino, retiro la ropa la ordeno en los cajones del placard...y... ah¡¡ las sabanas, !no cambié las sábanas de la cama...! todavía tienen el aroma de su perfume¡. ¿Cuántos días pasé durmiendo sobre estas sabanas? Pucha,  Tendría que haberlas cambiado y las llevaba a lavar junto con la ropa acumulada del canasto... ¿y ese lavarropa que compramos ¿Cómo funcionará? recuerdo que me decía: "es un lava secarropa automático, de última generación, solo hay que apretar un botoncito"... ¿seguirá siendo de última generación? ¿hace cuanto que está ahí?.  ¿ a ver? Voy a lavar las sábanas y las fundas de las almohadas y esta ropa que llevo puesta. 

Totalmente en pelotas me puse a dialogar en voz alta conmigo mismo sobre el procedimiento de lavado. - Perfecto, cargamos el jabón acá, el suavizante en esta cajita,  perilla a tope a la derecha, botón rojo, y listo, funciona, ahí arrancó¡ 

Me senté en una banqueta frente al lavarropas para observar el giro lavador llevándose los últimos restos aromáticos de ella,  La experiencia es reconfortante, ciertamente una forma de meditación. Es más o menos el mismo efecto que percibo cuando observo las llamas serpenteantes del fuego de un hogar, o el oleaje del mar, el correr murmurante de un arroyo. Treinta minutos así, desnudo, casi inmóvil, poco  parpadeo,  mirando burbujas y espuma que  formadas por  el sacudir del agua, difusamente, por el desenfoque visual propio  de un efecto hipnótico provocado por la rotación continua del cilindro. Luego,  el centrifugado y por último,  el secado, en esa etapa el ruido, similar a la turbina de un avión,  al cerrar los ojos, me dio la sensación de estar en pleno vuelo. La campanilla del fin del programa  me sacó de un  trance en el que me vi dentro del interior de ella observando hermosos cielos y lagos de mierda. Salí de allí. fue la última vez que me metí en su vida.
 
Saque la ropa seca todavía tibia del lavasecarropa. Se me dibujó una sonrisa reconfortante en el rostro y Exclamé: ¡me siento realizado, pude solo, me ocupé de mi, solo, puedo solo.  ! Notable¡  se ve que me ordenó bien; ¿será por eso  que no la extraño?. 

Ruben Bassi.

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