Pobres, los mediocres.

Pobres, los mediocres, esos, los seres que achacan sus fracasos, a quienes usaron a cambio de trozos de pan. Mediocres y abyectos, de tanto cinismo, hipócritas  tullidos de toda bondad. Ahí van por la vida,  hábiles parásitos en busca de huéspedes  a quienes expoliar. Se odian a sí mismos creyendo que se aman, desprecian la grandeza de lo espiritual. Odian con tanta pasión a quienes los ayudan que en eso, son artistas consumados, fingen con destreza y esmero, sonríen y lloran y certeros, prometen y juran ser fieles, con miradas desesperadas. Con fervor religioso  se arrodillan y hasta te veneran, y de repente, cuando estás desprevenido desarmado y distraído, con saña gozosa,  sin pudor, sin culpa, y hasta alegremente, te clavan el puñal.

Pobres los mediocres, cuando ya no tienen más público para exhibir su obra predilecta, traicionar. 

Pobres los mediocres, desgarrándose en sus propios tormentos cuando ya no tienen a quien succionar aliento de vida. 

Pobres los mediocres cuando sienten la burla y el desprecio al ser descubiertos en su acto infame de  depredación.

Pobres los mediocres,  que hasta le echan la culpa a su futuro y a sus desgracias por venir, para justificar que la realidad de su vida no tiene buen presagio

Sirven los mediocres,  para ayudar a entender hasta dónde es capaz de llegar un ser humano para sobrevivir gracias al esfuerzo de los demás. 

Cuando da las gracias un mediocre hay que interpretarlo como "ya vas a ver, me las vas a pagar" 


Ruben Bassi


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