Metafísica canina.

 

Del diario del paciente Eduardo Kuligosky Linch - dieciséis años - 

Resultado de la evaluación psicopedagógica de la doctora Pacheco, previa al inicio de sesiones: "manifiesta síntomas de posible percepción extrasensorial, especialmente con su perro".

Solo escucho a mi perro, él me habla, yo lo escucho, yo no le hablo, él me dice cosas que a veces no entiendo. Cosas de perro deben ser. A veces no lo veo por algunos días cuando me voy de campamento, pero lo sigo escuchando...                     

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- Felisa, por favor, acompaña a Eduardo al gabinete…Ve con mi asistente, Eduardo, ve, me quedaré hablando con tu madre ¿sí? - Por favor quédese señora Linch.

-          Tenga cuidado doctor Murray- dijo Eduardo Kuligosky justo en el umbral de la puerta, sin mirarlo, mi madre graba todo, es una agente del servicio de inteligencia norteamericano, es de la CIA, Berti me dice que se lo dijo Scrash.

-          Pero hijo, por Dios, ¡¿cómo podes decir semejante disparate? -  dijo su madre remarcando el reproche con una  sonrisa levemente avergonzada.   

-          Cálmese señora Linch, cálmese… a ver Felisa, espera… - por favor, dime Eduardito ¿y quién es Scrash?

-          ¡Pero Doctor ¡por favor, no le siga el juego¡ -interrumpió indignada la madre de Eduardo

-          Señora Linch, ¡por favor, cállese! Se lo suplico, cállese ¡– le dijo con tono afable y tranquilo, pero rigurosamente; y prosiguió preguntando sin quitar la vista a la señora Linch -  a ver, Eduardito ¿Quién es Scrash?

-          El perro de la señora Sandoval, es el mejor amigo de mi perro Berti. Scrash le cuenta todo a Berti. Berti es algo así como el intérprete de todos los perros.

-          Ah ¡¿y qué cosas te cuenta Berti, Eduardo?

-          Me dice cuando salimos de paseo por el parque y se cruza con otros perros: “este perro está loco, quiere manejar autos”, o, “este tiene ganas de escaparse de la casa, no aguanta más al hijo del que dice es su dueño”. Los otros días me dijo que el castigo de los perros es no tener manos. “Lo que más le  envidio a los humanos son las manos”, así me dijo; y yo lo entiendo.

-          -Claro, claro, es lógico, anda sigue, cuéntame por favor…

-          Berti me dijo que ustedes me van a hacer creer que estoy trastornado si yo cuento que él me dice cosas, pero no me importa, de todas formas, igual me seguirá sucediendo como a muchos otros chicos en todo el planeta. No soy el único ¿sabe? Somos una nueva generación de “niños sensibles” somos seres elegidos.

-          Ah, y eso de “niños sensibles” también te lo dijo Berti

-          No, no, eso lo digo yo, y Berti está totalmente de acuerdo. ¿Sabe doctor? Hay más perros que se comunican; y oiga bien esto que le digo doctor, la mayoría de los “niños sensibles” son todos hijos de madres o padres vinculados con los servicios de inteligencia de los países de la OTAN, como mi madre, que como le dije, es de la CIA.

-          Ah ¡¿y los perros de los chinos y los rusos? Dijo el doctor siguiéndole la corriente mirando a la madre de reojo quien se mantuvo en silencio.

-          Esos son perros comunistas, los perros comunistas odian a los perros capitalistas… Berti dice que realmente no entiende cómo un perro de china puede ser comunista, “los chinos nos comen”, dice Berti ¡

-          ¿Berti te dijo que él es Anticomunista?

-          No, eso lo deduje yo- dijo Eduardo con rostro circunspecto- Escuche Doctor, también están los perros del islam.

-          Perros creyentes – dijo Murray conteniendo una mueca de risa

-          Sí, definitivamente – Eduardo en ese instante hizo silencio por algunos segundos para luego disparar: - Oiga Doctor, sé que usted finge; sí, finge que no me cree una mierda, que soy un adolescente alterado, pero bueno…yo sé bien que no es así; y usted también lo sabe. Mire, estoy aquí porque mi madre me trajo y yo, sé a qué me trajo a verlo a usted, obviamente, me lo dijo Berti.

-          ¿Sí? A ver, dime Eduardo ¿Cuál es el motivo del porqué te trajo tu madre?

-          Para que yo quede internado, y me hipnoticen para sacarme más información.

-          ¿eso también te lo dijo Berti?

-          ¡Pues claro! ¿Cómo piensa usted que voy a inventar semejante cosa? - dijo Eduardo entre indignado y socarrón. Doctor, dese cuenta, piense, Berti está pergeñando toda esta trama, paso a paso…

-          Ah¡ sí… y dime Eduardo, quién crees tú que le da las indicaciones a Berti para estar haciendo lo que hace?

-          Nadie, Berti se independizó hace tiempo del programa de reclutamiento de perros psíquicos de una organización secreta que ni Berti sabe el nombre; en fin,  ahora Berti es un librepensador canino, como a él le gusta autodefinirse; ¡y ya tiene muchos seguidores! Él me permitió contar esto, que al parecer, por sus caras, le llamó muchísimo la atención.

En efecto, Apenas el joven dijo “Berti se independizó” el psiquiatra y la madre de Eduardo se miraron fijamente. La señora Linch mientras su hijo hablaba, se paró con tranquilidad y en silencio y se dirigió a la puerta. Antes de salir Eduardo le dijo: - Madre quédate donde estás, no cometas el error de intentar hacerle daño a Berti.

- ¡pero, ¡qué dices hijo!, voy a al toilette, mientras tú te quedas con el Doctor conversando, todo este relato tuyo me puso muy nerviosa -  con un tono de voz sereno y compasivo.

- Madre, Berti te conoce bien. !uff¡ Madre, no me contradigas, !odio que me contradigas¡ ibas a llamar a los agentes operativos y le indicarías que vayan a eliminarlo; y también a Scrash y de paso a la señora Sandoval.

- pero ¿Qué estupidez estás diciendo? ¿ahora estás tratándome de asesina? - dijo resignada la señora Linch.

- Ese es tu trabajo,  Berti te descubrió mamá, él no miente, Berti es incapaz de mentir; y debo decirte, que cuando vayan a liquidarlos, ni Berti ni Scrash estarán en el country y la señora Sandoval no recordará nada de nada, mi hermana, tu hija, ya les avisó.

- ¿tu hermana? ¿Ingrid?

- ¿Acaso tengo otra hermana mamá? – Eduardo sonrió con picardía grotesca.

- ¿Por qué dices que la señora Sandoval no recordará nada? - preguntó sorprendido el doctor Murray.

- Porque Scrash le está borrando la memoria en este preciso momento, como se la borró a mi hermana cuando ella lo descubrió al despertarse que estaba lamiéndole su vagina, y ella permitió que se lo siguiera haciendo con mucho placer...

- eres un depravado, cómo podes…. – antes que su madre pudiera terminar la pregunta recibió la orden de su hijo:

- Sal y deja la puerta abierta, mamá, por favor, ve y llama a papá y dile que te pase a buscar por la clínica. Anda ve con Felisa y tómate un café – su madre casi en shock asintió en silencio mientras miraba al doctor Murray, quien le hizo un gesto amable, casi imperceptible con la vista para que se retire. La señora Linch estaba apesadumbrada, sus ojos entristecidos marcaban en su rostro una mezcla de odio y resignación. .

¿tu acabas de hacer eso?

¿Eso qué doctor, hacer qué?

De inducir con tu mente a que tu madre aceptara retirarse sin chistar…

¡Ah!  ¡no, no, no¡, no fui yo. Mire Doctor, en estos momentos usted está hablando con Berti, él se está comunicando ahora a través de mí y me indica lo que tengo que hacer y decir.

-          ah claro, telepatía canina… Eduardo llamaré a la doctora Pacheco ¿sí? Y conversaremos con ella, es muy entendida en perros…

-          Usted no hará ninguna llamada, y quédese aquí, se lo recomiendo –  ordenó Eduardo. – Berti aparecerá en cualquier momento.

¡oh! ¿y dónde está Berti, ¿eh?

- Detrás de usted, Doctor Murray, justamente detrás de usted - le dijo, en voz baja, susurrando las palabras, pero entendible, al tiempo que se escuchó el cerrar de la puerta.

El doctor Murray, sobresaltado, giro sobre sí, lentamente, sentado en el sillón de su escritorio, allí estaba, echado en el suelo, casi a sus pies el can, con la cabeza apoyada en el suelo sobre sus dos patas delanteras le clavo la mirada al Psiquiatra quien no podía quitar su mirada de esos ojos mansos color miel; se le acercó lentamente, el doctor Murray comenzó a sonreír, y de pronto, así como así, el perro comenzó a lamerle la mano y restregar su cabeza en el muslo del psiquiatra, quien jovial, se hincó en una rodilla y comenzó a acariciarle la cabeza  y abrazarlo feliz, mientras decía, “tú, eres mi perrito preferido”. Eduardo miro la escena con seriedad y el ceño fruncido.

-          “y tú, Murray mi humano perfecto para continuar la evolución de nuestra especie… tienes mucho que enseñarme ¡muchísimo! es la primera vez que podemos captar la mente de un psiquiatra neurocientífico y entrar en su conocimiento, ustedes son difíciles, los militares y los servicios de inteligencia son fáciles de penetrar, están entrenados para obedecer; mi objetivo, Murray, son los políticos, tu atiendes a muchos de ellos, por eso me acerqué a ti. Tú me ayudarás, Eduardo, fue un buen vehículo para llegar aquí y tiene un gran potencial, creo que juntos podremos inducirlo e introducirlo en las mesas de discusión del poder humano, él será bien acompañado por nosotros” me quedaré de ahora en más contigo, seré tu perro.

Eduardo miró sorprendido a Berti al tiempo que le dijo al Dr. Murray: escuché cada una de las palabras que Berti le dijo, Doctor, ahora me iré a mi casa tal cual me lo está indicando Berti.  Esperaré el regalo de mi madre y mi padre, creo será un lindo perrito como el suyo. Murray miro amablemente a Eduardo, visiblemente satisfecho con la sesión de terapia.

-          ¿Dices que escuchaste lo que me dijo?... - y hábilmente, Murray, cambió rápidamente de tema y exclamó: ¡notable! Una ¡mascota! te hará muy bien, siempre es bueno recibir afecto, y mejor es darlo ¿sí? Ahora ve, ve tranquilo, estás muy bien, hoy, hemos tenido un gran avance, ¡un significativo avance! – dijo el doctor, más que satisfecho.

Eduardo miró con extrañeza a ese perro,. Vio como el can se sentó mientras lo miraba fijo, sintió palabras dentro de su mente: Ve, Eduardo y llámame; ante cualquier duda que tengas, llámame, siempre estaré a tu disposición

-          Llámame si quieres hablar conmigo, Eduardo, ¿sí? Ahora vamos, saldremos juntos, te acompañaré para saludar a tu madre; y de paso iré a la veterinaria, mi perro quiere que le compre un hueso de dulce

-          ¿el perro le pidió un huesito dulce?

-          Tenemos muy buena comunicación mi perro y yo – dijo sonriendo el Doctor Murray.

-          ¿Hace cuánto tiene a este perro Doctor?

-          Mmm, hace unos cinco años, estaba perdido, lo encontré en la calle…

-          ¿y cómo se llama?

-          - Scrash.

-          Bonito nombre, a mi perro lo llamaré Aquiles.

R.B

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