"Las amantes despechadas nunca mienten"
- Usted es un Boludo, Martuchi, un
perfecto boludo.
- ¿qué pasó Don Victor?, dígame, no me
trate así¡¡
- ¡quez pavsov sedñord¡ dadada¡, ¡
boludo¡¡…. ¿qué digo?¡ un gran boludo¡
- Garmendia, me está diciendo boludo y
no se lo voy a permitir¡
- ¡Si¡¡ “me estazzz dicendo boludo
ñañañaña”. ¡¡ me dice el boludo¡ que no me lo va a permitir, me dice el pedazo
de boludo¡ ¿me querés decir para que mierda llamaste a mi casa anoche? ¡a mi
casa¡ ¿ entendés?
- Pero, yo…. Usted me dijo que le
avisara cuando llegara el correo desde Francia indicando el depósito en su
cuenta¡
- A las dos de la madrugada llamaste al
teléfono de línea de mi casa. ¡Dos de la madrugada¡. me dijo con voz ronca,
indicando con los dedos en ve el número,
sacudiendo la mano
- Usted me dijo¡ ¡usted¡¡ ; y no me ofenda más. Usted me pidió que le
avisara, que era muy importante. ¡Usted me lo pidió ¡, recuerde.
- Si, si… te lo dije, te lo pedí. si¡ claro que te lo dije¡.
A un boludo se lo dije¡¡ a un pedazo de boludo que me arruino el matrimonio¡¡…
¡qué digo?¡ Mi vida¡ Justo anoche… justo anoche… Mi mujer te pregunta: ¿mi
marido no está en la empresa? ¿y qué le contestó el boludo bien boludo que
tengo frente a mí? ¿Qué le contestaste?
- Que no estaba usted en la empresa.
Sí, le dije que usted no estaba en la
empresa- reconocí, Agachando la cabeza.
- ¿y qué pensás al respecto, Alberto
Martuchi? ¿no se te ocurre ni te viene nada a esa cabeza de alcornoque que
tenés¡? Le dije a mi esposa que estaba
en el trabajo ¡¿con quién? a ver – me
preguntó haciendo mohines - decime con
quien le dije que estaba en el trabajo? ¡Pedazo de marmota¡
- Bueno, Garmendia, bueno, basta, cálmese.
Siéntese, no se ponga así, eran las dos de la mañana, compréndame,
estaba cansado, su celular apagado, el correo ese, con las imágenes que había
que editar. Además Jamás hubiera pensado que usted, un hombre tan inteligente,
tan exitoso, tan ganador, tan líder¡ tan , tan, poderoso¡¡ y … perdóneme … y
con semejante mujer, andaría de correrías¡…
- Cállese – me interrumpió con voz
grave.
- Cálmese Garmendia; Víctor. A ver... desabrocháte la camisa, mirá cómo estás transpirando – le dije en tono
conciliador para calmarlo, tuteándolo -
. A ver, ponéte cómodo. Sentate, ahora
te traigo un vaso de agua, ¡estás colorado como un tomate¡.
- ¡qué vaso de agua ni ocho cuartas¡
traeme un whisky, doble, sin hielo, y de paso trae la botella, fijate ahí, en el
bar de la sala de recepción – me dijo señalándo con la barbilla hacia el
lugar - ¿y ahora qué hago, Martuchi?
¿qué mierda hago?....- me preguntó Garmendia casi
gritándome, agarrándose la cabeza con
ambas manos y sus codos apoyados en el inmenso escritorio.
Mientras
iba a la dependencia contigua de su
enorme despacho donde estaba el mini-bar
pensé la respuesta. mientras tanto, le preparé su
whisky doble. Triple. Llené el vaso casi
hasta el borde. - El estúpido este no me puede ofender como lo hizo, masculle - . Regresé a la sala, no sin antes echar un trago
directamente del pico de la botella de escocés.
- Debemos plantear una estrategia
– dije serio, mientras le alcancé el
vaso – tenemos que elaborar una
coartada.
- ¿y cómo? ¿Te crees que es fácil?, con
una mujer como ella mandarse una cagada significa una sentencia firme de muerte. Es igual al
padre, un cuáquero hijo de puta, recto el tipo, pero no te
perdonaba una… y la hija es igual; no, qué digo igual,¡ peor¡. Una perfecta
chupasirios. No tenés ni idea de quien es Helena Ferrari.
- Si, Helena ferrari... Helena...¿sabés qué significa en griego? - pregunté para tratar de distender la tensa conversación del momento
- No, ¿qué significa?
- Luz que brilla en la oscuridad ...
- Si, Helena es luz, un alma caritativa - me respondió Garmendia melancólico - No es fácil lidiar con la responsabilidad de comprender tanta bondad...
Me imagino que no es fácil, claro que no es fácil. Tan religiosa, ella. Pero está herida, despechada y confundida como hembra; y allí ni Dios ni el diablo saben que hacer. Lo bueno es que una mujer confundida y en crisis puede ser embaucada. Las mujeres traicionadas en estado desatado de nervios pierden la capacidad de su maldito sexto sentido.
- No, ¿qué significa?
- Luz que brilla en la oscuridad ...
- Si, Helena es luz, un alma caritativa - me respondió Garmendia melancólico - No es fácil lidiar con la responsabilidad de comprender tanta bondad...
Me imagino que no es fácil, claro que no es fácil. Tan religiosa, ella. Pero está herida, despechada y confundida como hembra; y allí ni Dios ni el diablo saben que hacer. Lo bueno es que una mujer confundida y en crisis puede ser embaucada. Las mujeres traicionadas en estado desatado de nervios pierden la capacidad de su maldito sexto sentido.
- Me avisó la "puritana dos";
a la hermana, me refiero; hace una hora,
que pase a buscar todas mis pertenencias por mi casa…mi ex casa, mi ex
hogar -¡ Perdí mi hogar ¡ - me dijo
lacónico y vencido mientras se mandó un trago de licor como para emborrachar a
un mono.
- Eh¡ ¿tan rápido, así como así? Miércoles¡ qué enojo¡
-
- ¡ No sabés lo que es esa mujer¡, la
venganza en carne viva¡ - a esa altura de la conversación Garmendia me usaba
como confesor –
- Entonces, deduzco que no debe ser la
primera vez que pasa para que reaccione así… digo…la corneó varias veces…
- ¿qué me decís Martuchi?, es la primera
vez en mi vida que hice algo semejante en todo este bendito matrimonio
¿entendés?, la primera vez que la engaño¡ bueno, ¿qué digo la engaño? , ¡ni eso¡, me fui con
una puta ¡ una puta vip de cinco mil dólares con unas tetas maravillosas y un
culo descomunal¡. Me dio vuelta como a una media, una máquina de coger, ¿sabés
hace cuanto que no tenía una noche de sexo como esa? - me confesó. Advertí un
gesto de complacencia mientras me contó la costosa aventura.
- Bueno, bueno, Garmendia. No se ponga
así. Tranquilo… Seguramente fue a buscar lo que no encuentra en su casa…aunque
su esposa sea una muy bella mujer con eso no alcanza.
- ¿Tranquilo?, ¡quince años de matrimonio sin una sola fisura y hago
esto¡ ¡me quiero morir¡; Aunque es
cierto – dijo en voz baja - en
estos últimos cinco años casi no tuvimos
intimidad…apenas uno rápidos encuentros, sin pasión, fríos... Ella se la pasa
todo el día metida en esa fundación caritativa…..
- Bueno, bueno, Garmendia, bueno;
Tampoco es nada del otro mundo lo que hiciste. No digo que se lo merezca, nadie
se merece que lo engañen, pero quizás la situación es culpa de los dos por no
hablar a tiempo….
-
Sí,
puede ser, pero con ella es muy difícil conversar de estas cosas…
-
Escucháme:
– lo tutee coloquialmente - tengo una idea interesante que te puede sacar de
este embrollo –le dije con seguridad.
- Decime – me contesto seco, pero con
un leve tono de intriga.
- Yo le dije a su esposa que usted no
estaba conmigo. ¿sí?
- Si, claro. La madre del quilombo…
- ¡Bueno, - Es cierto, yo le dije que
vos no estabas conmigo – ya sé, no
comencés de nuevo a lamentarte vituperándome. Concentrate bien en lo que te voy
a decir, ¿estamos de acuerdo?
- Si, dale, de acuerdo - me dijo
atento.
- ¿desde cual teléfono llamé a tu
mujer?
- No sé
- De mi celular. Anotá, primer punto importante para tu salvación.
Segundo punto: vos, anoche, preocupado,
le preguntaste a mi esposa donde
estaba yo…
- Pero, yo no hablé con tu
esposa, además, ¡vos no tenés esposa… ¡
- Garmendia, escuchá: ¿tu mujer sabe
que yo no tengo esposa?
- No, no sabe, pero la frígida de la
hermana, que es la directora de recursos humanos de la empresa si, sabe, ¡sabe todo de todos¡; y en el legajo está registrado patente y claro que vos no
tenés esposa, ni hijos…
- Si claro, pero sí, tengo una mujer,
una relación; y estable, oculta,…
Cuestión esta que no tengo la obligación de informar a la empresa.
- ¿Novia? ¿Concubina?, con quien
Martuchi?- indagó curioso.
- Con una mujer, que es, concretamente
mi amante. Mejor dicho, yo soy el amante de ella, para ser más exacto.
- Ah¡ bueno¡ tenés una relación con una
mujer casada¡, mirá vos….
- Desde hace cinco años; y no está
casada, es viuda, el marido falleció hace seis meses, pero ella dice que
todavía siente que su marido está con ella. Yo le sigo la corriente, si a una
mujer le hace feliz algo, hay que seguirle la corriente.
- Pero ella amaba a su marido, si no, no se
entiende cómo puede ser que diga que todavía siente que está con ella
-
Vos entendés mucho de empresas y negocios pero poco sabe del sentir de las mujeres. Mirálo así, el finado era un gran tipo, un gran tipo –
recalqué - y la mujer estaba inmensamente agradecida por cómo la trataba y todo
lo que había hecho por ella; y me consta, pero las cosas no funcionaban. Era
difícil que funcionaran; y más en los últimos dos años, el hombre
estaba preso.
-
¿preso? ¿En un presidio?
¿Un malviviente?
- Estafador, preso por estafas reiteradas,
de las gordas.
-
Ahora entiendo. Pero entonces
ahora no sos el amante, el hombre murió sos en todo caso su novio o pareja…
- Garmendia, mientras ella diga
que siente que el finado está muy presente en su vida seguiré siendo su amante.
Retomando el tema : Las mujeres tienen códigos secretos entre ellas, ¿sabías? bah¡ la mujer es un código secreto de la creación
en si misma; y entre esos códigos existen premisas … ¿y sabe cuál es la premisa
que nos servirá en este caso tuyo?
-
No, ni me imagino. Me estas dejando sin palabras, Martuchi.
- "Las amantes despechadas nunca
mienten en temas de infedelidad", esa premisa. Las esposas puede ser, pero las amantes
jamás. Las amantes son las mujeres más fieles que hay, con el amante, claro. Se
lo digo por experiencia. En casi todas las relaciones que tuve con mujeres fui amante,
siempre el número uno.
- El número dos, dirá... el amante es el
número dos - me dijo con gesto de sapiencia.
- No, amigo. Cuando hay amante sea de
fantasía o real el número uno pasa a ser el número dos; aunque no es relevante el órden, los amantes se meten el orgullo en el culo, generalmente, ¿Entiende?, como esa
mujer que usted contrató, por unas horas fue la numero uno. Una gran dama con precio; Usted ni se acordó
de su mujer. Imagínese si fuera su amante, digamos, estable...
- Así que para vos un amante de
fantasía es lo mismo que uno de carne y hueso.
- Para la mujer, si; y tiene su lógica,
a nosotros los hombres se nos hace mas difícil esa cuestión. Lo nuestro es más
elemental, digamos…como lo tuyo, creíste que con una "dama de compañía transitoria" superarías
tu crisis matrimonial…
Garmendia
quedó en silencio por un instante, mirando al piso con la mirada perdida, desarmado, frágil; de
pronto dijo: dame otro whisky, por favor.
Elemental.
…………
Volvamos
a lo que te estaba planteando, Garmendia - dije, acompañado con mis manos dos palmadas de aliento que sonaron como látigo - Concentráte. Composición de lugar; y atendéme muy bien:
Vos llamaste a mi casa para ver si yo
estaba allí.
- Sí, no¡ yo no…¡
- Figuráte. Figuráte, no seas pavo - interrumpí ya sobrándolo en el trato.
- Está bien, Me lo figuro, pero ¿Cómo
compruebo que yo llamé a tu casa a la madrugada? - Me preguntó frunciendo el ceño.
- Qué suerte tenés, Garmendia, ¡qué
suerte tenés¡ Yo llamé verdaderamente a
mi casa para avisarle a Susana que llegaría tarde desde el teléfono de la empresa. Prosigo con la coartada. Entonces: Atiende tu
llamada mi compañera…
- ¿Quién?
- Susana, mi amante. Estás distraído,
Garmendia. Prestáme atención y hacé como que realmente sucedió.
- Ok, dale – dijo bufando, medio aturdido
de tanto licor que tomó.
- Vos llamaste por teléfono a mi casa para ver
si yo estaba allí - ella te atiende y te
dice - ¿Quién habla? - vos respondes desconcertado, porque no esperabas que una mujer te
contestara desde mi casa: - Soy Víctor Garmendia - Ahh¡ ¡Victor Garmendia¡ ¿qué necesita?,
Alberto no está aquí - Preguntás :¿Quién
habla ahí? – Una amiga de Alberto te
contesta – y ahí vos te das cuenta en el
acto que metiste la pata. Exponés un justificativo obviamente estúpido y le
contestas ¡uh¡ perdón, me equivoqué de número quise llamar a otra persona, en
realidad¡ - ella suspicaz te pregunta - ¿Alberto está con usted? - sí claro ¡,
contestas vos apresurado, diciéndole que justo yo estaba en el baño - Alberto estará mucho tiempo más allí?
- las mujeres tienen la costumbre de
preguntar mucho cuando sospechan de algo ¿entendés?
- Te entiendo, proseguí, me interesa.
-
Entonces, vos rápido le contestas que
están esperando un correo con diseños y que no sabías cuanto tiempo tardaría en
llegar - ahí ella ya sospechando la
mentira, te dice: - bueno, avisále que voy para la empresa, lo esperaré allí
mismo, se hizo tarde - Vos le decís ¡no
hace falta¡ - es en ese preciso momento donde supuestamente
yo soné. Metiste la pata ¿Me vas entendiendo Garmendia?
- Si, si, más o menos, sí… ¿y cómo hago
para justificar que no atendí los llamados a mi celular ni los del teléfono de
línea de mi despacho cuando me llamó mi mujer?
- Fácil. Después que colgaste, mi
amante, Susana, se fue como un obús
hasta la empresa sospechando que yo no estaba ahí, y en efecto, no estaba yo
ahí. Entonces, Justo en ese instante que tu mujer te llama, estabas acompañando
a mi amante hasta la calle, hasta su automóvil, todo un caballero; la viste muy
nerviosa y perturbada. Es allí donde argumentaremos que justo te dejaste el
celular arriba de tu escritorio cuando bajaste a calmar a mi amante.
- ¿y los mensajes?
- No les prestaste atención y listo.
Aparte, macho, va a tener que ponerte muy firme en la parte que te tocará
participar en esta coartada. Tenés que enojarte. Enojarte hasta incluso mandarla al mismísimo infierno a tu mujer…
- Riesgoso, eso....
- Escuchá Garmendia, esto no termina
aquí, aprendé a escuchar cuando estás en
problemas. Prosigo: Entonces, mi amante, Susana, no se quedó tranquila esa
noche, para nada, al contrario, comenzó a pensar, y pensar y pensar. Es por eso que decide, luego de lucubrar como
una leona herida, ir a tu casa, cuestión esta
que de estar de acuerdo, sucederá mañana a la mañana. Furiosa, Garmendia, estará furiosa e
histérica. Irá para preguntarte a vos en
persona y le aclares dónde y con quien estaba yo
realmente, porque dedujo, que vos, en tu palabrería diste a entender
"cosas", y cuando una mujer cree que en una conversación hubo
"cosas" que no entendió, sonaste, su imaginación no tiene límites.
- Ajá, sí, decímelo a mí –
- Claro, que si vos no estás en tu
casa, mañana, porque tu mujer te dejó de
patitas en la calle, la va a atender ella en persona, tu esposa, la
quáquera. Imagínate esta escena: ……¡Ding, dong¡ - toc toc toc¡ - “ ya va, ya va¡ - observa por
la mirilla, abre la puerta, asoma la cabeza,
¡buenos días ¡¿ quién es usted, qué desea?
- Mi mujer no atiende la puerta,
Martuchi.
-
¿y
quién atiende?
-
El
ama de llaves
-
Ama
de llaves… bien – el ama de llaves. Va de nuevo, atiende el ama de llaves: - …”buenos
días”¡¡ pregunta entonces el ama de llaves - ¿ quién es usted? – soy la mujer de Alberto
Martuchi un empleado de la empresa de la familia Garmendia. Precisamente quiero
hablar con Víctor Garmendia – El señor
Garmendia no está en la casa - ¿y a qué
hora regresa? – no regresará, creo - ¿cómo que no regresará? - grita mi
amante, bien fuerte y claro. Entonces, se escuchará detrás de la puerta: - ¿Qué son
esos gritos?
-
¿Quién
pregunta detrás de la puerta?
-
Tu esposa, Garmendia, ¡tu esposa¡. Continúo,
le dije como regañándolo: – “Señora esta señora dice que es la mujer de
Alberto Martuchi un empleado de su esposo” - ¿Disculpe, que desea? – le pregunta
tu mujer, Helena, a mi amante ya en forma directa
sin intervención del ama de llaves – quiero hablar con su esposo por lo
sucedido anteanoche – le dirá mi amante, visiblemente alterada - ¡anteanoche? – responderá su esposa asociando
con vos - ¡sí, anteanoche¡…contestará…
-
Pará,
Martuchi, pará¡, eso es una locura¡ - me interrumpió irguiéndose de repente del
sillón. Comenzó a caminar de aquí para allá
refregándose la cara con ambas manos.
-
¿Qué
locura? ¡, escuchá Garmendia – dije
interrumpiéndole su va y viene cortándole el paso agarrándolo por los
hombros - escuchá, Sigo la historia; y atendé bien esta parte, el
remate:…. ¿así que usted quiere hablar con mi esposo?- pregunta tu esposa – si –
y sobre qué quiere hablar con él, Susana? – Porque él sabe muy bien dónde y con quien me
engaña ese hijo de puta de Martuchi, dice mi amante lloriqueando y con algunos
temblores en la barbilla y haciendo como que se marea – en
ese preciso instante, calculo que solidariamente al ver a una mujer sufriendo por amor, tu esposa la invita a mi amante a pasar a su
casa y seguramente, el ama de llaves,
tratará de sostenerla para que no se caiga.
Las mujeres son muy solidarias entre sí ante estos casos. Continúo: … - ¡estoy destrozada¡, escúcheme Helena -dice mi
amante - su marido llamó a la casa de Alberto, yo justo estaba ahí, hay noches
que me quedo en su casa…¡ lo amo tanto¡… me dijo que estaba en el trabajo.... - ¿a qué hora? - le pregunta tu mujer tragándose un anzuelo de medio kilo hasta el estómago – ¡creo que eran más de la
una de la madrugada - No puede ser – no
puede ser¡¡ - dirá tu esposa - ,¡ Martuchi
me llamó anoche y me peguntó por mi marido¡ – y allí viene el remate, Garmendia . mi amante le dirá: - es más, pasé por su empresa y hable con su
esposo personalmente¡ y ahí fue donde descubrí que la basura de mí amante,
macho o qué sé yo que mierda es a esta altura, no estaba allí –
Gustavo
Garmendia quedó mirándome perplejo con la boca abierta y el vaso de whisky en
la mano, vacío.
-
Perfecto,
¡perfecto¡ - dijo entre voz casi imperceptible
-
-
Si,
casi perfecto. – recalqué el “casi” a propósito - falta un detalle muy importante le contesté
frío y calculador.
-
Claro,
tu mujer, su amante…
-
Sí.
-
Supuestamente
ella podría hacer lo que acabás de relatar… no me hubieras relatado toda esta
fabulación si eso no fuera posible…
-
No
sé, supongo que sí. – Guardé unos segundos de silencio y continué: - no
es fácil digo, no porque no tenga
condiciones… ella es actriz.
-
¿Por
qué decís supongo?
-
Es por eso del código femenino de la fidelidad. Puede
surgir una negativa por parte de ella
para llevar esta mentira adelante para ayudar a engañar a otra mujer...
-
¿dijiste
que es actriz, Susana? – me preguntó más sereno
-
Si
-
¿Profesional?
-
Sí,
claro.
-
Ah¡
Entonces posiblemente lo haría como si fuera un trabajo, una actuación una…
-
Puesta
en escena
-
Eso
– una puesta en escena – me dijo con una
media sonrisa dibujada en su cara.
Noté que el rostro de Víctor Garmendia a esa altura
de la conversación estaba más
distendido, con esperanzas. Quizás también por el efecto del whisky, ese animal se había tomado más de media
botella en minutos.
-
Brillante…Martuchi,
brillante… entonces si le pago por una actuación no estaría rompiendo ningún
código femenino.
-
Sí,
claro, el trabajo es el trabajo; y hay que pagar. Una actriz es una trabajadora.
- Habría que preguntarle a Susana si estaría dispuesta y cuanto saldría esa
actuación.
-
No
te preocupes por eso, Garmendia, No hace falta, estará dispuesta.
-
Pero
todavía no sabemos si lo hará….
-
Depende
-
¿Depende
de qué?
-
Del
cachet de actuación
-
¿cobrará
mucho?
-
¿Y
qué te parece?, ¡es una actriz
reconocida, una profesional hecha y derecha. Bueno sigamos con lo del cachet.
Como te dije, no hace falta.
-
¿qué
no hace falta, Martuchi?
-
Preguntarle
a ella, a Susana. No te preocupes, el
precio te lo digo yo, ahora, aquí mismo.
-
¿Lo
del cachet?
-
Si,
Garmendia, sí.
-
¿y
cuánto me saldrá? – me pregunto con el tono de voz de empresario exitoso, entendiendo que la
conversación se había convertido en una negociación.
-
Doscientos
cincuenta mil dólares, le respondí sin pestañear.
-
¿Doscientos
cincuenta mil? ¿dólares?? estás loco, Martuchi?
-
No,
no lo estoy. Doscientos cincuenta mil DOLARES, Garmendia - le recalqué.
-
¡No¡,
ni en pedo, ¡ni en pedo¡ vos estas en pedo y demente, Martuchi¡
-
Ni
en pedo, ni demente. Bien cuerdo… ¡Bien
cuerdo, Garmendia¡ - le dije, con tal
tranquilidad que me sorprendí a mí mismo - Escucháme, Garmendia – proseguí - vení sentate
y atendeme: Tu mujer tiene la
mitad de las acciones de esta empresa.
-
Sí
– contestó seco, poniéndose muy tenso.
-
Sumale a eso que es dueña, aparte, y vos ni
figurás ahí, de la empresa que le dejó
su padre, tu suegro. Es decir, tiene cien veces más dinero que vos, pedazo de
boludo; y por ende, boludazo, te va a
dejar no solo en la calle, vas a quedar
como un boludo; y eso en tu nivel de empresario sencillamente, defenestra.
-
Martuchi,
¡me estás diciendo boludo y no te lo voy a permitir¡
-
“Nod
te lo voy a pedmitid” ñañaña" le conteste, burlándome, repitiendo su advertencia - Estás en el horno, con papas y batatas,
Garmendia. Date cuenta. ¿…y?, ¿aceptas?
-
Sí.
-
¡¡Bien,
boludo, bien ¡ preparemos la charada.
Ruben bassi
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