Es la sensación de la angustia lo que deprime; y es la angustia quien te encierra en la propia construcción de tu realidad.


Siempre lo repito, Cambalache  fue escrito por Discepolo hace más de 90 años y en tiempo presente de aquel presente. Es interesantísimo leer los relatos y cuentos de las visiones lacónicas de la realidad social de las diferentes épocas. Siempre se termina todo. Desastrosamente;  y sin embargo,  aquí estamos, escribiendo nuevos apocalipsis y nuevas esperanzas.
En nuestro caso, los argentinos, somos el resultado de doscientos años de hacer lo mismo; y hace doscientos años hubiera dicho: somos el resultado del intento de expandir las mismas costumbres de doscientos años pasados;  y así, ininterrumpidamente hasta llegar hasta no sé dónde en un viaje hacia el pasado. Evolución, pura evolución en relatos de lamentos, coronados por  el epílogo de las historias positivistas por la esperanza que supone no haber muerto y despiertos en la isla desierta, armarse de espíritu para construir una nueva realidad. El desafío. Esa forma abstracta que nos inyecta adrenalina y fervor, un desafío.

Falta entonces un gran desafío; y creo que es la  decisión de ocuparnos del país profundo. Ir Hacia la enormidad de posibilidades que significa construir muchas más comunidades y economías regionales fuertes y autosuficientes con espíritu solidario; no para alimentar al gigante bobo centralista, al contrario, para transformarlo en algo más dinámico y liviano. Enorme ventaja que nos brinda nuestra tierra Argentina poder repensar territorialmente la distribución de la población.

No hay sueños posibles de realizar dentro de un contexto asfixiante de millones y millones de humanos apiñados en una mínima porción de territorio,  disociados de la producción de su propio sustento.
¿Queremos un cambio o no? ¿O preferimos estar en la eterna y esquizofrénica forma de vida actual que supone el continuo flujo de manadas de personas deambulando en un sistema productivo amorfo mezcla de esclavismo,  tecnología y consumismo?

No hay manera de salir de la lógica de la actual sensación de frustración con pensamientos que fracasaron estrepitosamente en esto de llevar bienestar, progreso o socialización; porque el bienestar, es, nada más y nada menos que un estado de felicidad de poder realizarse material y espiritualmente en el espacio y territorio que un humano-individuo necesita. Hay una soberanía individual en cada uno de nosotros que debemos comenzar a respetar más que nunca si queremos consagrar plenamente los Derechos Humanos.
¿Qué debemos hacer?, ¿Seguir creciendo en una comunidad monstruosa e impersonal que solo alienta a la comodidad del subsidio o la especulación financiera?, ¿Permitir que las nuevas generaciones crezcan en la perversidad del no se puede con toda la deformación psíquica que sugiere el impacto del amontonamiento y alimentarse de toda forma de despojos?. Imposible de tolerar dentro de la lógica de la humanización integrada por el fantástico recurso comunicacional como las redes sociales virtuales. Imposible de tolerar, porque además,  en el mismo pequeñísimo espacio conviven las más bestiales asimetrías sociales que nos muestran los medios audiovisuales en formato de denuncia - reality show;  Conviven y se retroalimentan de todo aquello que envilece y satisface; Todo lo que sabemos e imaginamos. Pequeños estados feudales en barrios infestados por la droga.

La exposición de particularidades es cada vez más ostentosa, veamos: La maldad explícita en robos y actos de violencia, la miseria expuesta. La ostentación  banal del sin sentido del estereotipo exitoso.
Solo si tenemos la visión de un nuevo modelo de convivencia territorial podremos intentar salir de este aquelarre social  en el que convivimos, para meternos en un compromiso de construcción del hacer que nos permita realizarnos como cuerpo social.

No se trata de volver a la tierra, se trata de ir hacia un nuevo lugar que construir. No se trata de decir que se vallan "esos" al lugar de donde vinieron, se trata de recrear ese nuevo lugar a imagen semejanza de nuestros sueños de felicidad solidaria.

Comenzar a dar la buena nueva de expandir la frontera siempre dio resultado, siempre.
Cuidemonos.

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