Pedro y la lluvia

Los hermanos  López visitaban a su padre en el geriátrico a la misma hora de la mañana todos los días, a pesar de saber que don Pedro, el “Tata López”,  hace rato que no reconocía más a nadie. Demencia, según el diagnóstico fatídico.

Pepe y Javi solían sentarse  en un  banco de madera para cuatro,  pintado de verde; de esos antiguos, con patas de hierro forjado,  en aquel bonito y cuidado jardín del hogar de ancianos. A veces se dormían;  otras, simplemente miraban a su padre, que en silencio y con los ojos entrecerrados con escaso  parpadeo, miraba a todas partes sin mirar a ningún lado; balbuceaba,  en voz muy bajita; y cuando eso sucedía se acercaban a él para escuchar con atención si pronunciaba alguna palabra entendible, una sola; pero nada, solo era el repetir de un sonido disonante, como de voz aguda y ronca. Javier, era el más optimista e imaginativo de los dos hermano en esa situación:      ¿Escuchaste? Me parece que dijo buen día…


-              - Está jodido el viejo –contestó Pepe tratando de cambiar de tema con delicadeza.

-        - No, Pepe, no, en serio, escuché que dijo buen día… ¡¿viejo?! ¿dijiste buen día? -  le decía al padre mientras le acariciaba la mejilla. 


Pepe miraba la escena con la expectativa de aquel que ha visto una película decenas de veces y conoce al dedillo el dialogo. Siguió intentando sacarlo del tema.

-        - Siempre hay sol cuando venimos, ¿viste Javi?, y de mañana, siempre venimos aquí por las mañanas. Nunca vinimos a ver al viejo a la tarde. Algún día tendríamos que venir de tarde; y que una de esas tardes sea lluviosa.

-       -  Si, al viejo le gustaba la lluvia. -¿Llueve?-  preguntaba, entonces hay que quedarse en casa, decía. Era por lo único que no salía a trabajar.

-       -  Cierto, más de una vez me dijo que no saliera a manejar con lluvia…

-        - ¿Se durmió?

-       -  Parece que sí. ¿soñará en algo?

-       - Por ahí sí, que se yo…pero seguro que si sueña algo debe ser de trabajo y cosas que hacer. Nunca un pensamiento poético el bruto. ¡Qué Tata, este¡. El Tata López, un personaje¡. Quien diría verlo dormido en la mañana. Te diste cuenta Pepe? llegamos,  pasan dos horas y se duerme profundamente, como si se aburriera de vernos y  de escuchar nuestras espantosas charlas.

-        - Sí, ¡seguro nos escucha y se hace el dormido¡ a la espera que la enfermera aparezca; y aparece nomás. viene siempre a tiempo a buscarlo cuando eso sucede. ¡mirá,  justo¡  Ahí viene. ¡Es tetona la petisa¡

-        - Callate boludo a ver si te escucha…

-     - ¿Quién?, ¿Papá?...si me escuchara  y pudiera hablar ya habría lanzado uno de esos sermones interminables.

-         - Buen día Don pedro, hermosa mañana¡ ¡vamos que tenemos que prepararnos para almorzar. Te quedaste dormido, como siempre…  - exclamó la enfermera.

Don pedro abrió los ojos cuando escuchó la voz de esa mujer. Se puso derechito, se acomodó la gorra, giró levemente la cabeza y miró hacia el  banco verde, como si saludara.

-chau viejo, - dijeron Pepe y Javi al unísono quedándose parados como huérfanos; y lo vieron alejarse, en su silla de ruedas, empujada por esa enfermera tetona, hasta mezclarse entro otros tantos que andaban en sillas de ruedas empujadas por asistentes.

Luego de un trecho recorrido La enfermera miro hacia el banco verde y le dijo a don Pedro: - ¿ya los viste? – sí, los vi, -  contestó él -  en voz baja pero nítida.- ahora vuelvo con ellos…… - Si, claro, - exclamó la enfermera con tono entre autoritario e irónico -  ahora, señorito te toca el baño… un buen baño con agua caliente;  después te cambiamos para ir a comer…y  después venís con ellos de nuevo si querés, ¿estamos de acuerdo Don Pedro?....Don pedro…¿me escucha?.  ¡Don pedro¡… ¿me escucha Don Pedro? – ¡Lucho¡- gritó la enfermera para alertar al  guardia - ¡ anda a buscar al doctor…creo que, don Pedro….

-        Mirá Javi, ¡se acercó un médico y otra enfermera a ver al Tata¡…

-        Si. Che, lo atienden bien acá.  Mirá lo acompañan tres ahora… ¿vamos a ver?

-        No, está todo bien, Vámonos Pepe, ya entraron al edificio, mañana volvemos.

-        Quedémonos un tiempito más sentados en el banco ¿dale?

-     Siempre me pedís lo mismo. Esta lindo el solcito… un ratito y nos vamos… Decime: ¿por qué querés quedarte un rato siempre después que lo vemos al Tata?.

-        No sé, es como si sintiera que el viejo viene y se sienta con nosotros a conversar;  como que me olvidé de decirle algo… ¿¡ qué se yo… Mirá ¡se está nublando?

-        ¡huy, que raro… ¡va a llover?, se puso fresco… y el vientito que se levantó¡

-        Y, si, creo que se viene la lluvia… ¿tan rápido?...


Se quedaron los dos, sentados muy juntos mirando como caían las primeras gotas de lluvia. Estaban extasiados viéndolas desparramarse entre el césped y golpeando las hojas de los agapantos del jardín.

-        Pepe, Javi… vamos a casa, está lloviendo, hay que irnos…
Los dos se dieron vuelta al instante al  escuchar la voz del Tata… - ¡viejo¡ balbucearon atónitos.

-        ¿pero?, ¡estas caminando papá¡ - dijo Pepe poniéndose las dos manos en la cara.

-        Digamos que sí, hijo… bueno vamos que está lloviendo.

-       ¿A dónde vamos viejo?¡ Dios¡ no puedo creerlo, ¡ estás hablándonos ¡– balbuceaba Javi entre sollozos.

-        A casa ¿Dónde más?. A casa.

-     ¿así como así?... y bueno, que va….¡vámonos ya¡¡... voy a buscarte tus pertenencias y hablar con el Director…

-        Ya arreglé todo, no hay nada más que hablar, ni nada que buscar. Todo ha concluido aquí para mí  – dijo don Pedro con voz segura e inteligente.

-        ¡¡eh¡ Don Pedro, adiós¡ que yo también me voy¡ nos vemos prontito¡ - saludó con algarabía un hombre con cabello cano y andar ligero - ¿ellos son tus hijos?¡ ¡que hermosa lluvia, don Pedro¡ ¡ que hermosa lluvia para tan bello encuentro¡¡
¡
-     ¡ Chau Armando¡ qué bien se te ve¡ buena suerte amigo, luego nos vemos¡ - contestó don Pedro con voz alegre.- Bueno, vamos ya hijos, que esta tronando y cuando truena y llueve bajo techo debemos estar¡. ¿Qué les dije a ustedes dos aquella tarde?

-        ¿Qué tarde? Preguntó Javi.

-        La tarde de la gran tormenta, ¿qué les dije?, recuerden…

-        Sí, claro… Pepe, yo, recuerdo…

-        Claro Javi… la tormenta…

                                             ----------------------



¿A Donde piensan ir ustedes con semejante tormenta?- Preguntó don Pedro a sus hijos, Pepe y Javi, ya listos con botas y capas de lluvia amarillas y encapuchados – a cargar los animales al camión, Papá… mañana a primera hora debemos estar en la feria… - ¿qué feria ni ocho cuartos?¡ - les increpo Don Pedro,-  quédense ¿están locos? – No, iremos, Papá, necesitamos el dinero para cubrir el banco el lunes… es solo una lluvia pasajera, no te preocupes, cuando salgamos al camino seguro que para.-

Y salieron. Don pedro se fue para la cocina para ver por la ventana que daba al camino de atrás como se alejaba el camión cargado de ganado – Dios los cuide – dijo en voz baja; y se puso a preparar el mate mientras pensaba –


Este destino, que todo dice y nada muestra.
Donde todos estamos un ratito a la vez.
Donde cada uno dice tener uno  propio…

´¿El destino mío?, solo trabajo, entre tantos sueños.
¿Soy uno o te cuento conmigo así somos dos?, destino.

¿Por qué no me dices, destino, si estamos solos?
Decime nomás, aquí no hay nadie que escuche,

¿Podés contarme si las rosas tienen alma?
¿Si la muerte es más vida?

¿Si cada cosa que digo queda escrita?
¿el amor, odia?

¿Si alguien escribe mi participación, en esta vida?
¿Soy alguien más que mi mismo?

Tomemos unos mates, destino, en silencio;
Y si querés y te da la gana contame,
¿Qué haces en tus tiempos libres?

Don Pedro encendió la radio. Las descargas eléctricas de la tormenta cada vez más potentes interferían la transmisión. Casi negro el cielo, las luces del parque con sensor automático se encendieron solas; eran las cuatro de la tarde y estaba oscuro – Estos locos, dos locos de hijos tengo – refunfuñaba don Pedro, mientras intentaba llamar por el celular a Javi y a Pedro. – mierda… de tormenta, ni señal de teléfono hay.-  


Se fue a dormir temprano,  sin comer. Seguía lloviendo, pero más despacio. De vez en cuando un refucilo iluminaba el campo. Se quedó dormido, vestido, en la cama.

Una luz roja potente invadió la habitación. Lo despertaron  golpes de llamados insistentes, en la puerta de entrada. Se  asustó cuando vio esa luz rojiza que todo lo inundaba, pensó que estaba soñando,  los golpes en la puerta de entrada de su casa se  escuchaban cada vez más fuerte – ¡ Ya voy ¡ - grito don Pedro, malhumorado.- ¡Ta que los tiro de las patas¡ , ¿quien será a esta hora?… - murmuraba, todavía medio dormido  -comenzó a razonar ya bien despierto… luz roja… ¡un patrullero¡, Dios mío…¡ no ¡-repitió hasta llegar y abrir la puerta…
-        Buenas Noches Don López…
-         Pase comisario, pase…¿vino solo?
-        No¡, me acompaña el Doctor Odoñez
-         dígale que baje del auto y venga,  si quiere...

El comisario Andrés Peralta era un hombre duro, pero en aquel momento le temblaban las manos. Cuando salió afuera a buscar al Doctor aprovechó a  tomar una gran bocanada de aire. Llovía copiosamente, todo era bruma.
-     El doctor me acompañó por si….
-     Los chicos… - interrumpió don Pedro al comisario - pasó algo con los chicos  ¿no? - comenzó a balbucear con el miedo pateándole la garganta- ¿pasó algo malo Andrés?
-    Sí, Pedro….

    El comisario busco la mirada del Médico para tomar fuerzas y contarle todo –  Mirá Pedrito, el hecho sucedió casi en la puerta de entrada de la feria, estaban estacionados a la vera de la ruta esperando el turno de descarga y se les vino un camión de frente que perdió el control en una mala maniobra… y …y por desgracia se los llevó por delante … ¡Ta´que los tiro¡, ¡fue terrible, Pedro.¡ Los dos están muertos.


Don pedro se tapó la cara con las dos manos, quedo parado ahí,  como una estaca clavada al piso. Comenzó a emitir  un sonido disonante, como de voz aguda y ronca, un enorme llanto por dentro que apenas se escuchaba por fuera. Se mareó y trastabilló hacia atrás….

-        ¡Agarrálo Ordoñez ¡ , que se nos desmaya....



   - Recuerdan ahora? - pregunto don Pedro  a Javi y a Pepe,  con voz amable y en paz.

-    ¿A dónde vamos ahora Papá?- pregunto Pepe como si nada hubiera pasado -
-    ¿Cuál es nuestro destino? Preguntó Javi con una pequeña sonrisa -

-     A casa hijos, a casa.  Está lloviendo, y truena. ¿a Dónde más?, no es igual, claro,        todo cambia, todos cambiamos, pero en esencia es nuestra casa.  Ah¡ me olvidaba,    es cierto Pepe, buenas tetas las de la enfermera.


-  Ruben Bassi

Comentarios

Entradas populares