Sicario sentimental.
ilustración
iartista Manuel Perez Clemente , mas conocido como Sanjulian
En determinadas circunstancias suelo ponerme malo, muy
malo. Ayer, por ejemplo. Le pegué unos cuantos tiros en el pecho a un tipo. Si,
en efecto, vacié el cargador en el medio del pecho peludo de un desgraciado malparido. Una mierda de persona, cagó a mucha
gente, a mucha, a más gente de lo que debía y está permitido; y justo me cagó a mí, entre otros,
justo a mí. Conocía a esa lacra, a veces venía a pedirme prestada la cortadora de pasto, todo bien, cosas del barrio, de vecino. Me di cuenta de la clase de tipo que era, precisamente, por la forma y el motivo por lo que me pidió que le perdonara la vida, que no lo matara: Que me entregaría dinero, o a su hija, a su esposa, prometía y prometía, un gusano indigno; una basura. No se promete cuando uno ve que va a morir a manos de un
profesional, a lo sumo una disculpa de orden, o un "dejame ir, no aparezco más", breve, por ahí cabe. Por eso le pegué una
patada en los dientes cuando estaba tirado en el piso. No era necesario, ya estaba muerto, lo sé,
pero como dije al principio, suelo ponerme
malo, muy malo; y más cuando me caga un genuflexo que pretendió entregar la hija para salvarse.
Hoy me desperté tranquilo, deshinchado. Últimamente me inflamo un poquito cuando liquido a alguien. Leí los diarios
por internet hasta las once. Mi esposa,
Cata, me preparó un desayuno de esos suculentos en
los que quedas eructando el café con leche.
-
¿Todo bien, René? – me preguntó ella dulcemente, mientras
le ponía manteca a una tostada - ¿ querés con miel?
-
¡amorcito de mi alma¡, vos sos mi miel¡- le contesté con dulzura, acariciándole suavemente la mejilla con el revés de mi mano. Siempre le contesto con dulzura, siempre la acaricio. Ella es
mi remanso, mi cable a tierra... - tengo que ir a buscar la cortadora de pasto al
vecino….- dije en voz baja.
-
Esperá a mañana o pasado – contestó ceremoniosa – no lo velaron todavía.
-
¡Ah¡ ¡si¡ si, claro. ¿viste a Titi?
-
Sí, hoy a la mañana. Le di un beso y un abrazo.
Se me largó a llorar ahí mismo… está hecha pelota la pobre, un trapo¡
-
¿por ese zángano?, ¿te dijo algo?
-
Sí, que el finado era un hijo de puta; y que le pegaba mientras la obligaba a recibirla por el culo.
-
Bueno. Bueno…Cata... ¿y qué más te dijo?
-
Que lo que más le atormentaba era que había
puesto el seguro a nombre de la madre del sorete, la vieja esa que vive. en el
departamentito de atrás de la casa. ¡qué vieja bruja¡ recuerdo que me trajo esa basura de bizcochuelo el día de mi
cumpleaños. ¡Taimada¡ regalarme un bizcochuelo justo ese día que me maté haciendo tortas y pasteles¡. – me cuenta la Titi: “no sabés la cara que me pone esa vieja maldita”, y ademas, escuchá bien, me dice: ¡“cómo quisiera que le arranquen la cabeza a esa bruja”, - ¿entendiste, René? deseó que la maten¡¡. Bueno, Ok ¡arranquémosle
la cabeza¡ - espetó-
-
Pero ganaba buena plata el sorete, con la falopa – dije, entrecerrando los ojos y poniéndome tenso.
-
Sí, pero estaba recontra embargado por todos los
costados ¡ ay¡ ¡Pobre Titi¡, ¡la recontrarecagó el salame ese¡; y ahora se queda con toda la guita la madre – porque
para que sepas, -.remarcó ya con tono de incidía - la casa y otras cosas están a nombre de la madre.¡ De- la - ma – dre¡.
-
¿cómo es eso Cata?, ¿pero es boluda esta Titi? ¿a
nombre de la madre?, ¡¿si la compraron cuando estaban casados?¡.
-
No sé. El
asunto es que se quedó con todo, ¡con
todo¡¡. Aparte, sacá cuentas, es dueña
de los terrenos que están al lado del almacén de doña Chola. Otra, la casa de Santa Teresita; y para tu saber, escucha, Kill Bill, tiene una caja de seguridad en el Banco Ciudad con no sé cuántos
dólares metidos¡¡. René, ¡Tenemos que ayudar a
la Titi ¡ – dijo Cata seriamente, mirando fijo las pantuflas en mis pies.
- Ayudar, claro... ¿y cual es para vos la mejor manera de ayudar?
-
¿Qué se yo?, hacé lo que sabes hacer cuando te
enojás. ¡Eso¡... Eso, sí, definitivamente...¡quiero que te enojes¡. ¿Vos no harías lo mismo por un amigo?, bueno, la
Titi es mi amiga, una de mis mejores amigas ¿ok? – dijo clavándome una mirada mezcla de perra furiosa y boxeador antes de la campana. – además me debe cinco mil.
- ¿Pesos?
-
No, verdes.
- ajá. verdes.
- Hacemos justicia, ayudamos a una amiga y cobramos una deuda. Tres en uno. tres en uno.
- ajá. verdes.
- Hacemos justicia, ayudamos a una amiga y cobramos una deuda. Tres en uno. tres en uno.
-
…Y…. si…., tres en uno...verdes – contesté admirando el
escote sugestivo de Cata – algo voy a hacer - La miré fijo un instante, buscando algún gesto
que bajara los decibeles del tenor de pedido. Nada, impertérrita seguía mirándome sin pestañear siquiera. todo indicaba que indefectiblemente e irremediablemente debía yo enojarme...
- ¿Y?¡, macho, ¿qué vas a hacer? – me increpó de pronto, pateandome la pantufla del pié de mi pierna izquierda
cruzada sobre mi derecha; y que voló por los aires -.
-
No me apurés Cata, ¡no me apurés¡ - mascullé - me paré de golpe- ¡y alcanzáme la pantufla, ya¡ - le gruñí entre dientes.
- Me senté despacio, mirándola fijo.Tuve que levantar la voz para que dejara de presionarme. Además, no es digno discutir con una sola pantufla puesta. Marqué presencia de sicario con honra. Ella conocía
mis límites, como yo los suyos; y por cierto, nada fácil tratar con Cata, nada
fácil… son jodidas las mujeres de asesinos profesionales; y más si saben que lo
somos.
-
Bueno, René, punto, está bien. No te jodo más, decime que hacemos con la madre basura del hijo basura que mataste; y que me digas la frase que cierra el trato – me apestilló.
-
Tranquila, loba, déjame pensar, vamos a solucionar la vida de Titi, pero dejame
pensar, hay que hacer mucho papeleo de transferencias y cobros, sabés lo meticuloso que soy en el trabajo.
- Decime la frase, René.
- Respiré profundo y dije con voz neutra: - Esta bien, “Acepto el encargo” - Cuando escuchó lo que quería escuchar se le distendió la cara. Debo confesarlo, soy un sentimental, pensé, además esa tarde tenía ganas de ir a la cama con ella - y me regaló una sonrisa grande como un sol.
Se le llenaron los ojos de lágrimas.
-
Sos terco,
pero de ley, René Santoro. – me dijo - Un tipo íntegro, por eso te respeto y te
quiero¡
-
¿Qué vamos a almorzar, preciosa?
-
Pastel de Papas, con pasas de uva, como a vos te
gusta… bien alto, caliente y picante…
Cata sabía cómo calmarme. Sí señor. Se puso a mis espaldas
y comenzó a hacerme masajes en el cuello, se me acercó al oído y me dijo – Te voy
a coger ¿entendiste?, quedate quieto ahí, mi "killer", estirate un poquito que voy a meter tu pedazo adentro mío.
Ruben bassi
Ruben bassi
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