El pan.

                                                            
-  Es como te digo Diego. Parece ser que esos jóvenes son como fenómenos.

-  ajá... es posible.


Estoy con Alfredo, amigo y compañero de trabajo; un matemático brillante,  con un vocabulario que parece una cloaca de palabras y con una cultura de bebedor de vino envidiable; quien Locuaz y verborrágico me cuenta sin inmutarse luego de compartir a gusto dos botellas de malbec mientras degustamos un asado al horno con papas y batatas, esta parte fantástica de un relato insólito, bien consciente de lo que decía. Muy tranquilo, él.

- Aunque, viste como son los pueblos, se comentan historias raras...mitos, leyendas; brujas chupacabras, extraterrestres... Escuchá. Esto que te cuento parece que pasó ochenta, cien años atrás. Lo relatan los viejos en el bar de los abuelos; casos de tipos que saltaban como nueve o diez metros boleando choiques; y que tambien -remarcó achicando un ojo a manera de avezado conocedor de historias misteriosas - y de un solo impulso, se montaban al caballo, así como así, desde tres o cuatro metros de distancia...

- Mirá, vos - contesté neutro tratando de no faltarle el respeto.  - .. viene de atrás la cosa. -  Para darle un marco de seriedad a su relato ensayé una frase del manual "no se que carajo decir": - ¡pasan cosas raras en este mundo¡...

- ¡metafísicas¡, dirás- sentenció, mientras trataba de quitarle el corcho a la botella de vino. - ¡Metafísicas! - repitió concentrado en el destapador, sin mirarme.

- Tengo ganas de pasar unos días de descanso intenso. ¿tan tranquilo es ese pueblo?; ¿vos fuiste muchas veces?

- ¡ah si¡, muchas¡. arrimá la copa. Siempre que puedo voy, desde hace ocho años, desde que falleció María - hizo  silencio por un breve lapso, me sirvió vino generosamente y prosiguió; Paso unos días bárbaros por allí, ¡no sabés, es como mágico¡ todo es muy tranquilo, pacífico, armonioso. Es como hacer un viaje a otra dimensión...no parece este mundo. Hasta se puede dormir la siesta sin escuchar ningún ruido. Te lo recomiendo. Además te va a hacer muy bien, vos que estas medio estresado.

- ¡¿Cómo estresado?, bueno, puede ser- reconocí -; pero mejor diría cansado y medio con los huevos al plato. - respondí bufando-

 - Bueno, ¡ sea lo que fuere !, pero tenés cara de deprimido. Andá. Pensaste bien en rajarte. Date el gusto. No llevés libros,ni teléfono, ¡nada¡. Andá como si regresaras a un lugar donde fuiste feliz; y no pienses en el volver...

- ¿cómo es eso?.

 Meditálo mientras vas manejando por la ruta. Uno siempre está de regreso hacia algún lado cuando no huye.  Pensá en vos; y que se vayan todos a la reputa madre que los parió; y ..¡salud¡, que mierda..¡

- Salud¡ - dije con una clara y luminosa sonrisa de vino en sangre chocando mi copa con la de Alfredo.

 - Miráte. Solo de hablar de esto te ilumino esa cara color teta que tenés. Como te dije por teléfono - continuó - , Tengo un matrimonio amigo allá. No te lo comenté antes por que me pidieron total reserva de su paradero. ¿te acordás de ese Físico del laboratorio de la universidad que vos suplantaste hace diez años?

- Claro, si, me acuerdo, Pedro Fabrega, un genio el tipo... Nunca mas supe de él, se retiró, así,  de pronto...

- Al mes de la muerte de María se comunico conmigo todas las semanas, dándome animo y tratando de convencerme para que vaya unos días a descansar al pueblo. Pedro Es el que me presta la casa de huéspedes a la que voy cada vez que puedo; solo,  para rascarme bien las pelotas!;  tomarme unos vinitos, dormir la siesta, caminar a la vera del arroyo y ... ¡ah si¡, cómo no mencionarlo, comer el pan que hace la hermana de Aurora,  la esposa  de Pedro... Estrella, se llama: hace pan; ¡y qué pan¡

- ¿Aurora hace pan?.

-No, boludo, ¡¿ya estás en pedo?. Quien hace el pan es Estrella, su hermana, la cuñada de Pedro; que a su vez es química, hace pócimas y ungüentos naturales. Aurora es genetista. Como te decía, ese pan es como, a ver , es, es... maravilloso¡¡ más te digo, desayunás con ese pan y el olorcito que deja en el aire  te mete paz hasta los huesos.

- ¿ y por qué no te quedás a vivir allí, Alfredo?

Me miró detenidamente. Se tomó de un trago lo que le restaba de vino en la copa y se recostó plácido en el respaldo de la silla.

- Porque todavía tengo que hacer algunos trámites por aquí, dejar todo en orden. Pero sí, voy a irme para allá. seguro...

                                                - - -

y fui, nomás. Como me pidió Alfredo: sin libros, sin teléfono. Irme. Sin pensar en el volver. Nunca te vas si pensás en el volver...

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- ¡hija¡, por favor dejá de dar vueltas alrededor de las aspas del molino, hay viento cruzado¡¡ por Dios que te vas a romper la nuca¡¡ La puta madre ¡ -mascullé entre dientes-  ¡¡ Sol¡, ¡Bajá ahora mismo  te digo¡¡

- ¡jajaja¡¡ vení papi, subí¡; ¡desde acá estoy viendo por qué mete ruido el engranaje¡¡

¿Estrella¡¡ ¿Le podés decir que me haga caso de una buena vez y se deje de revolotear allí?

- Es de las voladoras, inquietas. No reniegues. Quedáte tranquilo Diego, vení, entrá a la casa. ¡Vení te digo¡. Tomemos unos mates; ¡ que te hice pan relleno¡, hombre¡. ¡ qué humano este¡.

- ¿ese que tiene trocitos de queso?.

- Si.-



ruben Bassi.




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