La mugre.


-        Es importante la estética. Lo estético. Es nuestra imagen, nuestra presentación visual ante el otro, decía el tío Anselmo. - por eso el pelo corto. Discurseaba circunspecto en la mesa dominguera.

-        Claro¡¡, contestaba mi abuela, siempre con su famoso "pero", tiene razón Anselmo (no lo tuteaba, decía que a los Abogados y a los Doctores no había que tutearlos)... Pero mire, si no se lava las patas la estética pierde consistencia cuando se saca los zapatos.
¡Pobre pero limpito¡. Dicho fundacional de orgullo clasista de los que se escuchaban cada tanto en mi barrio.
¡A la Pobreza, limpieza ¡ anunciaban en el “otro” barrio, donde había asfalto, en boca de algunas “pitucas”; donde algunos de mis amigos, que hacían música, vivían con pileta de natación y habitación con baño en suite. 

Pilcha sucia no se zurce...

Algunos, los que tuvimos la suerte,  fuimos peinados parados en el inodoro, previa revisación exhaustiva de orejas uñas y cuero cabelludo en busca de piojos (esa mirada de mi madre clavada en mi cabeza  con ceño fruncido, sin parpadear en busca de larvas y bichos (¡Inolvidable ¡). Otros, fuimos bañados en grandes fuentones de chapa de zinc, a baldazo limpio y meta trapo enjabonado. Mamá, la abuela, una tía, la madrina, hermana o prima mayor y a veces el padre, ocupándose de refregar jabón blanco en cuerpos embarrados y percudidos. Nunca irse a la cama sin bañarse. Jamás, se ensuciaban las sábanas. Eso podían hacerlo los mayores, los que trabajaban. Era ley; de las duras. Haya garrafa o no, agua calentada en ollas, a las brasas, o calefón eléctrico, o el de alcohol, peligroso por cierto. 
En verano, una fiesta el baño, preferentemente a la tarde.

En la escuela se enseñaba higiene.

"¿Con hambre y sucio?, doble contra sencillo: peste" (decía Irma,  la enfermera)

Roñoso, Pata sucia, zorrino, culo sucio, moco, piojoso, uña negra, sarnoso. Apelativos duros, a la hora de enjuiciar a un falto de higiene. El tipo, estoico, soportaba con entereza los calificativos; y le quedaba el apodo nomás: “El Mugriento”, el más concreto, creo.

En este presente nuestro, Mucha mugre, se ve. No sé, parece. A la vista y al olfato, principalmente.

Me importa un bledo si creen que estoy discriminando. Sí, estoy discriminando, entre la mugre de la desidia  y la limpieza. Digo, mientras transito la vida entre mugrientos y limpios.

El mal comienza en cada uno. 

El mal,  es la mugre. Si tengo que dibujar al mal lo hago sucio y mal oliente (ya se, lo hay limpitos, pero ese es otro tema) . Sí, comienza con  el cada uno sucio (por dentro y por fuera). Se expande, invade; es la epidemia de la sociedad-suciedad.  
La roña, desde el propio pueblo, se propaga y avanza sobre todo objeto, toma las instituciones, los hospitales, las escuelas, las calles, la veredas, Los frentes de las casas, su interior; su jardín, su fondo. Los techos. La mugre, nos envuelve y persigue. Colectivos y trenes: Vomitados, orinados, manchados de pisadas con excremento, restos de comida y bebidas azucaradas, (los pegajosos charquitos). Asientos, rotos y sucios. El olor. El maldito olor de La basura acumulada, en montones de bolsas apestosas con ese líquido viscoso que corre por las veredas.

La mugre hace perder la vergüenza. 

Te podes tirar un pedo,  o rascarte el culo y olerte los dedos a la vista de todos. Podes escupir grandes gargajos, donde sea. Mear  en la vía pública con total descaro, riéndote, mientras miras fijo a los ojos a los que  pasan, diciéndoles con sorna, ¿qué mirás boludo? 

Cuando la vergüenza, por andar mugriento y no importarte, está perdida, todo lo demás es dado para denigrar libertades.

Te acostumbras a la basura, convivís con la basura, crees que todo es basura y que todos lo somos. Vivís, de la basura. Como esas inmensas ratas e imponentes cucarachas, que están allí, al fin y al cabo, para alimentarse y abrigarse con ella.  

La mugre, es el prólogo de la sociedad vencida, que aprendió a deleitarse entre ella, la suciedad triunfante.

Ruben Bassi

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